En los últimos años el papel de la comunicación ha adquirido una nueva dimensión en las empresas e instituciones. Ha pasado de ser algo necesario –en ocasiones incluso algo considerado como un ‘mal necesario’-  a tener un papel estratégico. Ha pasado de ser un departamento menor a veces sin ni siquiera estructura a jugar un rol determinante en las decisiones y el futuro de las organizaciones.

Hoy no podemos perder nunca de vista que todo lo que hace nuestra organización comunica… y todo lo que no hace, también.

No podemos engañarnos. En un entorno global, complejo y cambiante, en el que la transparencia y la inmediatez se han convertido en factores relevantes, la comunicación en una organización o es fruto de la estrategia o está abocada a la improvisación.

Son centenares los ejemplos que avalan el momento cambiante en el que vivimos, pero vamos a citar sólo cuatro.

Movistar tiene un departamento destinado exclusivamente a atender las consultas, quejas y reclamaciones que recibe la empresa a través de Twitter (@servclientes), y la primera respuesta no suele demorarse más de unos minutos.

El ayuntamiento de la pequeña localidad de Jun (caso en el que ahondaremos otro día) retransmite sus plenos en directo e incluso el orden del día de los mismos se configura a través de las inquietudes que los vecinos expresan por las redes sociales.

En la campaña de los precandidatos norteamericanos están ganando protagonismo nuevas redes sociales, como Periscope y Snapchat.

Son ya numerosos los políticos que cuentan con blogs personales en los que aportan información que en muchas ocasiones no llega a los medios por los canales oficiales. Es decir. Información directa, del político al ciudadano, algo hasta hace poco impensable.

Pero es imprescindible que para que las organizaciones aprovechen todo lo que de positivo tienen estos cambios, afronten la comunicación con una visión estratégica, insertada en la estrategia global de la organización, para que funcione como un elemento potenciador de los objetivos, la visión y los valores de la entidad.

Por eso es importante de qué se habla y cómo se habla. Qué se hace y cómo se hace. Qué se dice y a quién se le dice.

Son muchos los que ya lo han entendido, mientras que otros siguen pensando que en un ámbito tan delicado como éste se puede ganar improvisando. La experiencia nos demuestra que esto no es cierto, y que quien se equivoca al planificar, en realidad está planificando equivocarse.

En este ámbito de debate surge este blog, que nace de la mano del proyecto Stratego Consultoría y Comunicación. Nace del convencimiento de que la comunicación es estrategia, de que el todo es mucho más que la suma de las partes y de que cada día podemos aprender alguno nuevo en esta materia.

Y de eso se trata. De debatir. De discrepar. De opinar. De polemizar. De pararnos a pensar. De encontrar puntos de encuentro. De plantear más preguntas que respuestas.

En definitiva, de buscar. Si eres un buscador como nosotros, súbete a este barco. Eres bienvenido y seguro que nos vamos a divertir juntos.