Ante cualquier resultado electoral los partidos políticos tienen siempre dos opciones: hacer autocrítica y analizar fríamente los datos o echarle la culpa a los demás. Digo esto porque desde que en la noche del domingo se dio a conocer el escrutinio de las elecciones generales se han extendido hasta tres mantras que no dejamos de ver extendidos en las redes sociales. Para los votantes del PSOE, la culpa del resultado la tiene Podemos. Para los de Podemos, que los votantes se han equivocado (por decirlo finamente). Para los de Ciudadanos, que la ley electoral con circunscripciones provinciales les ha penalizado.
Pero hasta hoy (6 de la tarde del 28 de junio de 2016) ninguno de ellos ha asumido un solo error, algo que explique usando la lógica por qué sus estrategias han fallado. Por qué su comunicación política ha fracasado. Por qué no han sido capaces de convencer a los votantes de que ellos son la mejor opción.
Desde Stratego sí hemos querido intentar hacer ese ejercicio de parar, reflexionar y -con los datos en la mesa- analizar qué ha funcionado y qué no en esta campaña electoral. Y te ofrecemos las 7 claves que te ayudarán a entender mejor lo ocurrido el 26J. Eso sí, un aviso. Si eres de los que piensan que la culpa la tienen los votantes, que son un poco tontos, o de los que cree que su partido lo ha hecho todo bien, no sigas leyendo. Porque esto no te va a gustar.
- NO SE HA VOTADO LA GESTIÓN DE LA ÚLTIMA LEGISLATURA, SINO LA GESTIÓN DE LOS ÚLTIMOS 6 MESES
En política el tiempo pasa muy rápido y la memoria es muy frágil. Cuando los votantes acudieron a las urnas el pasado domingo no lo hicieron valorando la gestión del Gobierno desde 2011, eso ya lo habían expresado en diciembre. Ahora se trataba de juzgar lo ocurrido desde las elecciones del 20 de diciembre, y a eso contribuyeron también de forma decisiva los propios mensajes de los partidos. Desde el “no hay gobierno progresista por culpa de Pablo Iglesias” repetido hasta el hartazgo por el PSOE al “ya se ha visto que sin mí no hay negociación” de Ciudadanos. Todos se han centrado en poner en valor su papel en estos seis meses y al final, la sorprendente estrategia del que no se movió, del que se quedó esperando observando el desgaste del resto, es la que ha sido más valorada. Los partidos de la oposición no han sido capaces con sus estrategias de hablar de los temas que eran su mayor valor y se han concentrado en otros, como la corrupción o los recortes, que ya habían sido descontados en diciembre.
2. EN CAMPAÑA, EL RUIDO PERMITE OIR, PERO NO ESCUCHAR
La historia electoral está llena de ejemplos que nos demuestran que en las dos semanas que dura la campaña electoral hay un exceso de ruido y de mensajes y que, además, los votantes desconfían de toda la información que les llega. Eso hace que los escándalos que saltan en estas fechas (como el de la grabación del ministro del Interior y lo que dice en esa conversación) sirvan de poco, por lo que es un error concentrarse en eso. Si los medios y los partidos quieren que esos escándalos tengan efecto deben trabajar para que se lancen al menos un mes antes de las elecciones. Si no, se confundirán con el ruido electoral y quedarán en nada.
3. EL PACTO DE CIUDADANOS Y PSOE HA PENALIZADO A LOS DOS PARTIDOS
Los datos demuestran que el pacto de Gobierno firmado por PSOE y Ciudadanos les ha penalizado. En ambos casos ha supuesto una fuga de votos que fueron ‘prestados’ hace unos meses y que han virado hacia la abstención y hacia el PP. Esto es aún más evidente en el caso de Ciudadanos, donde el llevar su apoyo hasta el extremo de firmar un documento y acudir en pareja a las reuniones no ha sido bien entendido por buena parte de un electorado cuya ideología se basa en el centro derecha. Fue una apuesta arriesgada que penaliza tras el fracaso de la investidura de Sánchez y a la que Rivera dio continuidad de alguna manera con su veto a la figura de Mariano Rajoy desde el inicio de la campaña. Ahora Albert Rivera tendrá que jugar fuerte para recuperar un espacio que ha perdido y para recuperar la credibilidad que perdió tras haber dicho antes de la campaña de diciembre que no apoyaría un gobierno de PP o de PSOE.
4. EL AMPLIO ESPACIO DE LA IZQUIERDA SE LE ATRAGANTÓ A PODEMOS
Sin duda el gran fracaso de la estrategia electoral de estas elecciones pasa por la integración de Podemos e Izquierda Unida. Dieron por hecho que la suma de esos votos tendría un efecto multiplicador por la ley electoral, pero la realidad ha demostrado que ambos han sido penalizados por un acuerdo que les ha hecho perder parte de su esencia. A las bases más izquierdistas de IU les ha resultado demasiado molesto votar a un candidato que hace unos meses les humilló y atacó y que ahora se ha declarado socialdemócrata, es decir, de una ideología que para ellos siempre ha sido competidora y no colaboradora. Y si algo tienen las bases de Izquierda Unida es la lealtad a SU ideología por encima de las teorías del voto útil, como han demostrado a lo largo de los años. Al mismo tiempo, la suavización del mensaje original de Podemos, casi obligada al verse convertido en opción de Gobierno, puede haber espantado a parte del electorado inicial identificado con aquel objetivo de “tomar el cielo por asalto”. El intento de Podemos de copar todo el espacio de la izquierda se le ha atragantado.
5. Y DESPUÉS DE LAS ELECCIONES, ¿QUE?… LA TEORÍA DE “O YO, O EL CAOS”
De todas las estrategias que hemos visto en estas últimas semanas la única que parece haber funcionado es la del PP, que planteó un dilema muy simple: O yo, o el caos. Apoyado por unas encuestas que señalaban como cada vez más factible un gobierno Podemos-PSOE, se lanzaron mensajes que apelaban a la continuidad y a la estabilidad como únicos caminos ante fórmulas que calificaban de populistas. Incidieron en las contradicciones del discurso de Pablo Iglesias en los dos años de vida de Podemos (del comunismo al fin de las ideologías para acabar en la socialdemocracia) y optaron por ignorar al PSOE. Una maniobra arriesgada que en un primer momento dio fuerzas a Podemos, que obligó al PSOE a adaptar sus estrategias y que al final movilizó un voto que en diciembre fue de Ciudadanos, del PSOE e incluso abstencionista y que, en ningún caso, quería que gobernase Podemos. Las cuentas del domingo avalan lo acertado de la estrategia.
6. ENCUESTAS QUE INVITARON A LA AUTOCOMPLACENCIA
Todas las encuestas que salieron a la luz apuntaban a Unidos Podemos como segunda fuerza, con un número de diputados que, como hemos dicho, invitaba a pensar en un acuerdo de gobernabilidad entre PSOE y Podemos. La estrategia de los de Pablo Iglesias -suponemos que porque sus encuestas internas iban en la misma dirección que las publicadas- fue la de dar por hecho que eran el segundo partido y se enfocaron en Mariano Rajoy como su único rival. Animados por los datos, menospreciaron la capacidad de movilización de una maquinaria como la del PSOE y para la historia política española quedarán momentos como la oferta de Pablo Iglesias a Pedro Sánchez para que fuese su vicepresidente. En cuanto a las causas de ese error de cálculo de las empresas demoscópicas, serán caso de estudio, pero en Stratego creemos que la tradicional ‘cocina’ de encuestas aún no cuenta con precedentes fiables en el caso de los hábitos de los votantes de los partidos emergentes, lo que les hace menos predecibles. Y, como suele ocurrir en estos casos, un resultado enorme como el de Unidos Podemos -un partido político que ni siquiera existía hace 3 años se consolida como tercera fuerza política- se ve lastrado por sus propias expectativas.
7. EL SORPASSO LLEGÓ POR EL CENTRO-DERECHA
En el caso del PSOE, sus estrategias se han visto forzadas por las circunstancias. La ‘amenaza’ del sorpasso’ llevó a los de Pedro Sánchez a cubrir y atacar por su flanco izquierdo para desactivar las operaciones de Podemos y tratar de visualizarse como líderes de la izquierda española. Buena parte de su campaña se ha centrado en atacar a Pablo Iglesias y a su actitud durante la fallida investidura de Sánchez, pero su acuerdo con Ciudadanos y la ‘amenaza’ de ese hipotético pacto con Podemos han sido lastres demasiado pesados para los socialistas, que al final han visto cómo parte de su voto centrista optaba por la abstención o incluso por refugiarse de Podemos bajo el ala del PP. Lo que en estrategia política se denomina como el ‘eje de seguridad’ ha beneficiado a los populares.
NOTA: Éstas son 7 claves para intentar explicar el 26J, pero a buen seguro que hay muchas más o que incluso alguna de las que señalamos puede estar equivocada. Pero en Stratego no creemos que las cosas pasen por casualidad ni pensamos que un resultado electoral sea fruto del error de millones de personas. Aún así, nos encantaría conocer tu opinión al respecto.